martes, 24 de abril de 2012

MI EXPERIENCIA EN EL JAPÒN : UNA EXPERIENCIA DE VIDA

MI EXPERIENCIA EN EL JAPÒN : UNA LECCIÒN DE VIDA

                    En el año 1999,se cumpliò el primer centenario de la migraciòn japonesa al Perù por tal motivo,la Asociaciòn Cultural Peruano - Japonesa convocò,como parte de las actividades conmemorativas del Centenario,al Primer Concurso Cultural titulado: "Mi experiencia en el Japòn:Una lecciòn de Vida",dirigido bàsicamente ,a los peruanos que,desde dècadas atràs,se encontraban invirtiendo el proceso migratorio;es decir,cientos de peruanos,especialmente los llamados "nikkei" -descendientes de japoneses - viajaban al paìs del Sol Naciente,unos,buscando sus raìces,otros,a estudiar,pero la mayorìa,por no decir,casi todos,escapaban de la crisis econòmica que en aquellos años,sumìa a los peruanos en la incertidumbre de un futuro que a todas luces,resultaba insostenible.

                    El concurso en menciòn,tenìa tres categorìas: fotografìa,manga(historieta)y testimonio;fuè este ùltimo grupo el que captò mi atenciòn;se trataba de escribir sobre la experiencia de vida en el paìs de mis ancestros y yo ya tenìa mi propio testimonio,escrito varios años atràs,en noches de insomnio,en mis horas solitarias,con el cuerpo tan cansado como el alma,de tanto bregar en las largas jornadas de las fàbricas japonesas.En realidad,se trataba del principio de lo que creìa,serìa una crònica muy extensa sobre mi estadìa  en Japòn,pero supe del concurso y tomè la decisiòn de enviar lo poco que tenìa escrito,pero la historia estaba inconclusa y tuve que agregarle unas lìneas finales para actualizar los datos porque habìan transcurrido casi ocho años y algunas cosas habìan cambiado. 

                    Lleguè,acompañada por mi hija Sofìa,al local del Centro Cultural Peruano-Japonès para entregar mi trabajo,el ùltimo dìa de plazo y en el minuto final(5pm.),habìa recorrido varios kilòmetros desde el distrito de Pachacàmac,luego de corregir a mano,los errores ortogràficos del Testimonio - cortesìa del transcriptor que habìa contratado - porque en aquel entonces,no poseìa màquina de escribir ni mucho menos,un ordenador.Recuerdo que llegaron tambien dos adolescentes muy lindas que se acercaron a la mesa de recepciòn;una de ellas,traìa una historieta para el concurso,su pseudònimo era CHIEMI y curiosamente,la ganadora en esa categorìa fuè una chica que respondìa a ese nombre.

                    En aquella ocasiòn,yo obtuve una menciòn honrosa,pero no pude ir a la Ceremonia de Premiaciòn porque unas semanas antes,algunos problemas familiares me obligaron a volver nuevamente a Japòn.Dos de mis hijos,Eduardo y Sofìa,recibieron los premios en mi nombre,lo cual estaba bien,porque ellos tambien fueron protagonistas en mi Testimonio.Desde entonces estoy aquì,no pude regresar al Perù y en este tiempo,mi vida diò un giro de 180º,lo cual significa que tengo màs material para escribir.En el presente blog,he reproducido el Testimonio presentado entonces,dividido en seis entradas,con el tìtulo de TESTIMONIO...DESDE JAPÒN   Parte 1,2,3,4,y 5,respectivamente y la ùltima entrada,con el tìtulo de TESTIMONIO...HOY   Parte 6 FINAL.Esta ùltima entrada,corresponde a las lìneas finales,escritas en el Perù,en Abril de 1999.Espero que disfruten de la lectura.

                         

                         

                         


lunes, 16 de abril de 2012

RETAZOS DE HISTORIA


RETAZOS DE HISTORIA


LA DECISIÒN



PLAYA DE NAGO,OKINAWA
                         La embarcaciòn se aproximaba a la orilla y un hombre esperaba impaciente entre las sombras.Al llegar,una mujer y un niño descendieron del bote.El pequeño aùn no entendìa lo que estaba sucediendo,cuando sùbitamente sintiò una mano extraña que le sujetaba con fuerza y la mujer volviò al bote.Todo se hizo confusiòn y dolor en su alma.Bunkiku chan se quedò llorando en la orilla mientras las brumas envolvìan a la madre que se alejaba y una voz desconocida le repetìa una y otra vez :"yo soy tu padre,desde hoy viviràs conmigo".




                         Tal fuè el relato que oì de labios de mi padre.Los recuerdos de su vida se iniciaban a partir de esa terrible experiencia y las làgrimas que acompañaban a la historia,anegaban tambien mi alma,porque entonces,hacìa mìo su dolor y papà no era màs papà en ese instante.Era un niño de cuatro años viendo a su madre diluìrse entre las sombras

                       Aùn no cumplìa los nueve años cuando su padre se embarcò rumbo al Perù.Mi abuelo,Bunei Higa,partiò del puerto de Yokohama el 30 de Enero de 1919 y llegò al Callao el 25 de Marzo del mismo año;el KIYO MARU llevaba 233 inmigrantes destinados a labores agrìcolas en la Hacienda Esquivel,localidad de Huaral,al norte de Lima.(*)(1)

                     Papà alternò entonces su vida entre la escuela y las ocupaciones agrìcolas en los terrenos de la familia en Nago,Okinawa,esperando el retorno de su padre,pero la ausencia se prolongò por casi diez años.Y tal vez es ese vacìo inmenso que nos invade a veces,o quizàs simplemente,el momento del cambio llegò a su vida.Lo cierto es que un dìa,sentado a la orilla del mar,tomò una decisiòn.


                       
                         Las aguas transparentes dejan ver el fondo de piedras cristalinas y hay reflejos de arco iris en los peces que pasean tranquilamente muy cerca de èl.Pero sus ojos ya no se inclinan a verlos;hoy tiene la mirada fija en lontananza...




                         Papà tenìa una joven novia (¿quince...dieciseis años...? ).Nunca mencionò su nombre,pero sì que fuè ella la primera en saberlo.

                     -"Està decidido,irè al Perù a buscar a mi padre ".Ella soltò la risa incrèdula. -"Estàs loco.Tu jamàs te iràs a ningun lado.Deja de bromear de ese modo".
                    Pero la idea fuè tomando forma en su pensamiento y conversò con sus abuelos.Los ancianos veìan consternados repetirse la historia.Primero el hijo,ahora el nieto,partiendo a ese lejano paìs del que nada sabìan...PERÙ...? Què extraños embrujos retenìan a los hijos de Okinawa en esas tierras? , ¿por què no volvìan?

El bisabuelo

                            

                         --No olvidemos encargarle otra vez que hable con su padre,cuando lo encuentre allà....Sì,debe saber  que aùn le estamos esperando...

                       Al amanecer,sòlo uno de los ancianos contemplò el nuevo dìa.

EL VIAJE

                    De los trentaicinco inmigrantes,Bunkiku,con tan sòlo diecisiete años,resulta ser el màs joven de los pasajeros que abordaron el BOKUYO MARU en el Puerto de Yokohama;la aventura habìa empezado.El viaje se le hizo largo y tedioso,pero por suerte,pronto se acostumbrò al vaiven del mar.Al acercarse a costas americanas,los pasajeros fueron informados de que el barco harìa un breve parèntesis en el Puerto de San Francisco,Ca. y por fortuna recibieron permiso para desembarcar por unas horas.De la monotonìa del paisaje marino,papà ingresò a la voràgine del bullicioso Barrio Chino.Siempre que recordaba este pasaje de su vida,no podìa dejar de mencionar su incomodidad al descubrir que el ùnico traje occidental que poseìa,le quedaba pequeño pues habìa crecido unos centìmetros durante el viaje y tuvo que soportar las bromas de otros pasajeros.Pero pienso que en el fondo no le importaba mucho pues al final,sus ojos se iluminaban cuando nos hablaba de esa primera incursiòn en tierra americana.                 

                                            
                                                                                                                                                                                                                                                                                       Bunkiku inclina el cuerpo al despedirse de los nuevos amigos que adquiriò durante el viaje y mira por ùltima vez al BOKUYO MARU.Papà no sabe que cuarentaicinco años despuès muchos de aquellos compañeros de viaje,llegaràn a casa y le brindaràn el ùltimo adiòs frente al "Butsudan" (*)(2) familiar. y yo escucharè sus ancianas voces decir : "yo lleguè con tu padre en el mismo barco...",..."yo conocì a tu papà hace muchos años...",..."yo lo encontrè en tales o cuales circunstancias...". Y en mi natural y doloroso aturdimiento,solo verè rostros anònimos sin poder comprender por què tambien les duele la muerte de papà; solo al transcurrir los años ,entenderè su dolor.

                                              

 LA NUEVA PATRIA


                        Lo que tengo de los primeros años de papà y el abuelo,son tan sòlo retazos de historia que fuì armando como un rompecabezas,con los relatos que,ya anciano,me brindò mi padre.

                         Por èl supe de las largas jornadas de trabajo en los campos agrìcolas,de la lenta adaptaciòn de los japoneses a un medio tan distinto al suyo.No puedo dejar de hacer paralelos entre las vivencias de mi padre en el Perù y las que me tocò a mì,experimentar en Japòn.Pero me siento empequeñecida cuando recuerdo mis propias frustraciones en tierras japonesas y me pregunto,¿còmo hizo papà para sobrellevar tantas dificultades en un paìs donde todo le era extraño?.Mi ascendencia japonesa me fuè de alguna utilidad para enfrentar problemas,cuando el fenòmeno  "dekasegui " envolviò mi vida ; papà no tuvo esa ventaja.

                    A veces miro el rostro de mi hijo y trato de adivinar en èl,la mirada expectante de mi padre al descender del barco...¿Què sentìa aquel joven inmigrante,mientras daba el primer paso en territorio peruano?,¿què sueños,que ilusiones se albergaban dentro de èl?.Recurro a las viejas fotografìas y le pregunto en silencio,pero ya es tarde para obtener alguna respuesta.

                  Como muchos inmigrantes que cruzan ocèanos en busca de mejores oportunidades en la vida,papà pensò que en pocos años volverìa a la quietud de su terruño y como muchos inmigrantes -repito -,descubriò un dìa que la Patria se ampliaba en su corazòn y las fronteras se volvìan lìneas difusas en los mapas polìticos de su propia existencia.  

                         La Patria adoptiva le diò la oportunidad de encontrar a la mujer amada,la ùnica,la eterna.Hanako,mi madre,tenìa un poco màs de veinte años cuando conociò a papà;el resto,es historia.Los hijos fueron llegando uno a uno,como frutos cosechados en las fèrtiles tierras del amor : Bunichi,Fumiyoshi,Bunjiro,Kikuko,Bunzo,Emiko,Hideko,Akemi,Katsumi,Teresa,Luis y Bungorò...hmmm...Entonces papà comprendiò que no habrìa retorno.


A VECES...LA NOSTALGIA.


                         La escena se repite una y otra vez en mi memoria : es de noche y en el comedor,papà està sentado en su silla favorita(yo la llamaba en secreto "el trono del rey") ,con un cigarrillo encendido y una humeante taza de cafè ante èl,mirando a travès de la puerta siempre abierta - como una permanente invitaciòn a los amigos que ,con los años.fueron dejando de venir - y sus ojos,fijos en un punto lejano mirando...¿què?.A veces yo seguìa su triste mirada y sòlo veìa sombras danzando entre los àrboles que rodeaban la casa,como fantasmas acechando sus secretos pensamientos y la infinita nostalgia que le dejò la muerte de mamà.Ella nos dejò la mañana del 22 de diciembre de 1962,tenìa 48 años de edad.El abuelo Bunei falleciò en Octubre del año siguiente.

                         Yo me sentaba frente a èl,a veces por solidaridad,a veces por llenar mi propio vacìo y a la tenue luz de una làmpara alimentada por gas de querosene,papà me ofrecìa sus relatos del pasado,sus sueños,sus tristezas.A veces,los recuerdos iluminaban su rostro;a veces,tambien lloraba; y yo tenìa ganas de abrazarlo y decirle cuanto lo amaba,pero las demostraciones de afecto no eran parte de nuestras costumbres.Los japoneses como èl,se incomodaban ante un abrazo o un simple rozar de las manos.Era,lo que los jòvenes llamàbamos "un tìpico japonès".Entonces,el mirarlo con mucha atenciòn y silencioso respeto,era la mejor manera de decirle : "cuenta conmigo papà".


LA VALÌA DE UN HOMBRE


                         Las personas suelen tener,de acuerdo a las circunstancias que les rodeen,una escala de valores que rigen sus vidas o por lo menos,influyen en sus acciones.Papà muriò cuando yo contaba con veinte años de edad y aunque las brumas del tiempo y las propias y actuales vivencias,oscurezcan algunos recuerdos,èl sigue como antes,rigiendo mi vida,como un escudo que me protege de las miserias mentales de algunos y de la mezquindad perversa de otros.

                         Papà solìa decir que la base de la correcta conducta humana,estriba en la HONRADEZ.Y si te sabes honrado,todos los mandamientos,cristianos o no,se pueden cumplir a cabalidad.

                         Porque el hombre honrado ama a su Dios,cumple sus preceptos y respeta a sus semejantes.No miente ,pues el que miente roba blancura a su alma y esquilma la fè de la gente.Y el hombre honrado guarda la casa en amorosa lealtad a sus seres queridos y no les roba el amor que les corresponde por derecho.Y tan ladròn es el que roba un cèntimo como el que roba un millòn.Y tampoco es honrado el ocioso porque roba tiempo a quien le confìa una labor y cobra sin merecimiento.

                          Pienso ahora que toda su doctrina sobre la honradez fuè,màs que palabras hechas,un ESTILO DE VIDA en èl y fuè ademàs,la fortaleza que nos construyò para lo que nos tocara vivir,cuando èl ya no se encontrara con nosotros.


LA AUSENCIA


                    Mi padre falleciò el 31 de Mayo de 1973,cuando contaba con 63 años de edad,sorprendièndonos, por la fortaleza fìsica que habìa mostrado hasta entonces y que nosotros - ¡pobres ilùsos! - creìamos eterna.

                    Yo me quedè con mil preguntas guardadas y con un dolor que no cesa.Y en esta calurosa madrugada de un verano japonès,acaricio el "tatami" (*)(3)  de mi habitaciòn para recordar que estoy aquì,en la Patria de mi padre.Afuera llueve a càntaros.pero los truenos ya no me sobresaltan como antes.Las tormentas van quedando atràs..


                         A orillas de la playa,en una remota isla,una niña mira el infinito mar en la inùtil espera de aquel joven que prometiò volver algùn dìa,sin saber que los hilos que tejen los sueños le ataban a tierras lejanas y cambiaban el destino para siempre...    












(*)(1)= En la Direcciòn de Archivo Republicano,Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores-Registro de inmigrantes,Libro N' 41,Folio N' 46,se registra la inscripciòn del abuelo,a su llegada a la Repùblica del Perù. 
(')(2)=Butsudan_____Altar que se coloca en la casa para rendir culto a las personas fallecidas de la familia.
(')(3)=Tatami_______Piso de paja tejida que se coloca en las casa japonesas.
                 

miércoles, 11 de abril de 2012

UN ÀNGEL EN TOKYO

TOSHI OMURA

UN ÀNGEL EN TOKYO


                    Ocurriò una mañana, la fecha, diciembre 23 de 1991; yo tenìa apenas dos meses en Japòn y me despedìa de las nuevas amigas peruanas que durante un par de semanas, me alojaron en su casa de Kanagawa-Ken. Subì al tren que me llevarìa a mi nuevo alojamiento en Ibaraki-Ken. Confieso que estaba nerviosa porque era la primera vez que viajaba sola en tren; en el bolsillo del pantalòn llevaba una pequeña libreta con los nombres de las estaciones que debìa utilizar para los transbordos y no dejaba de mirar por la ventanilla del tren, esperando no tener problemas en el camino, pero... siempre hay peros en esta clase de historias.

                    El tren llegò a Tokyo y a mì se me vino a la cabeza la "brillante idea" de bajarme del tren y recorrer la ciudad. Y no era para menos, se trataba de ver la capital del paìs y yo me llenè de emociòn; aquel dìa era feriado nacional y no tenìa apuro por volver a casa, Iba con mi càmara fotogràfica, decidida a captar las mejores imàgenes de Tokyo, pero al salir de la estaciòn me sentì decepcionada. La ciudad estaba un tanto silenciosa, era màs o menos  las ocho de la mañana y las tiendas comerciales aùn no abrìan sus puertas ,tenìa una extraña sensaciòn de vacìo; siempre pensè en un Tokyo dinàmico y ruidoso y habìa tan poca gente en las calles...

                  ¡ERROR! No me habìa alejado mucho de la estaciòn cuando lleguè a un crucero peatonal y me detuvo el semàforo; cuando pude cruzar la calle, me dì cuenta de que no estaba sola. Habìa mucha gente alrededor mìo  (de donde salieron, aùn es un misterio para mì), caminando todos en la misma direcciòn.

                    Observè que a ambos lados del camino, estaban  - separados a similares distancias -  unos hombres vestidos con elegantes trajes grises, camisa blanca, corbata y embutidos en sobretodos que les llegaban a los tobillos  (por alguna razòn me vì asociàndolos al Inspector Ardilla).

                    Habìa tanta gente caminando aprisa y yo me vì envuelta en esa especie de maratòn forzado; estaba realmente nerviosa y ya empezaba a ver màs y màs agentes uniformados, tenìa la impresiòn de que, si pretendìa salir del camino, iba a ser detenida por alguno de ellos.

                    Asì, al borde de la paranoia, sentì una voz a mi lado que me apremiaba:  - apùrate, es tarde - , me hablaba en japonès y yo no conseguìa entender todo lo que me decìa. De pronto se detuvo, me mirò fijamente a los ojos y entonces lo comprendiò :  -no eres japonesa... ¿eres extranjera? -. Asentì con la cabeza. En ese momento, la multitud nos comenzò  a empujar hacia adelante y ella, sin pensarlo dos veces, me cogiò de la mano y me guiò como si temiera que me perdiera de vista entre tanta gente. Me sentìa como una niña pequeña a punto de extraviarse en un gran Centro Comercial y me aferrè a ella como naùfrago al salvavidas. Le preguntè a donde ìbamos y ella sòlo respondìa  -"para allá"- señalàndome al frente, supongo que no estaba segura de si valìa la pena darle explicaciones a alguien que evidentemente, estaba perdida en el idioma japonès. 

                    Un poco màs adelante, observè a una especie de comitiva que nos recibìa con alborozo y nos iba entregando a cada uno, una pequeña bandera de Japòn; yo tambien recibì la mìa y por alguna razòn  -tal vez sea cosa del ADN- me contagiè de la alegrìa y la emociòn de todos los presentes. Unos metros màs adelante, habìa una entrada con màs agentes uniformados y esos personajes de traje largo y mirada siniestra... ( bueno , esa era la percepciòn que tuve, por mi nerviosismo inicial). Ingresamos a un hermoso jardìn y entonces lo supe: estàbamos en el Palacio Imperial. ¿El motivo?, era el cumpleaños del Emperador Akihito y toda la Familia Real salìa al balcòn para recibir los parabienes del pueblo. (Habìa asumido el cargo hacìa menos de dos años, luego de la muerte de su padre, Hirohito y si bien ya no tiene el poder de otros tiempos, sigue siendo un Sìmbolo de la Naciòn y el pueblo lo ama y respeta mucho).

                    Todos levantamos las banderitas rojiblancas (como los colores de mi propia bandera peruana) y gritamos el clàsico ¡ BANZAI, BANZAI !  (¡viva, viva!). Al terminar la ceremonia, encontramos a la salida  (para variar)  unos puestos de ventas de souvenirs conmemorativos y yo, tìmidamente, comprè un llavero con un diseño del Palacio y mi nueva amiga comprò objetos diversos y me los obsequiò dicièndome:  -"para tu familia"-. 

                    Luego, siempre de su mano, ingresè a un restaurante, donde pidiò un copioso desayuno para ambas; cuando acabamos de comer, tratamos de entablar una conversaciòn para saber un poco màs de nosotras. Ella extrajo de su bolso un pasaporte para enseñarme su nombre: TOSHI OMURA; me enseñó los sellos americanos que mostraban sus constantes desplazamientos a los Estados Unidos de Amèrica, tomò nota de mi nombre y me alcanzò un nùmero telefònico y por lo que entendì, debìa comunicarme con alguien cuyo nombre era Sixta Marìa, quien me pondrìa en contacto con la señora Omura.

                    Al salir del restaurante, me preguntò si tenìa apuro en volver a casa pues querìa mostrarme algo.Yo aceptè seguir con ella.

                    Tomamos el tren que nos condujo a la zona norte de Tokyo y me invitò a conocer el Zoològico de Ueno. Pasè una tarde maravillosa con la señora Omura, quien se portò como una madre amorosa y hasta tuvo la amabilidad de comprarme una càmara descartable de fotos, cuando viò que a mì se me habìa acabado el rollo de pelìculas en mi propia càmara. A esas alturas, me habìa olvidado que apenas unas horas antes èramos unas perfectas desconocidas.  

                    Al terminar el paseo, me llevò a la estaciòn  del tren y comprò dos pasajes, ella no irìa conmigo, pero era la ùnica forma que tenìa para entrar hasta el andèn y despedirse cuando yo subiera al vagòn. Ella tenìa una mirada tan triste cuando llegò el tren que me llevarìa de vuelta a casa y yo la abracè y le estampè un par de besos en el rostro (algo muy lejos de las costumbres japonesas, que prefieren las inclinaciones de cabeza). Ella no me rechazò, me devolviò el abrazo y rompiò a llorar. Por la ventanilla del tren, la veìa dicièndome adiòs y no pude evitar tampoco las làgrimas... ¿quièn era esta desconocida que me habìa brindado un dìa de su vida a cambio de nada?.

                    En la voràgine del dìa a dìa laboral, se me fuè adormeciendo su recuerdo hasta el momento en que encontrè en mi vieja libreta, el nùmero telefònico que me proporcionara la señora Omura aquella mañana de diciembre. Habian transcurrido dos años desde aquel encuentro y mi japonès habìa mejorado un poco desde entonces. La llamada telefònica me deparaba una sorpresa: el lugar era un hospital catòlico, regentado por una congregaciòn de monjas españolas; supe entonces que la persona a la cual buscaba no se llamaba Sixta Marìa, se trataba de "sisuta" Marìa(sister Marìa) ,una de las monjas del convento. La monja que atendiò mi llamada, me explicò que la hermana Marìa, habìa regresado a España y que la señora Omura fuè enfermera en el hospital hasta su jubilaciòn.

                    Le contè mi historia y ella me sorprendiò al decirme que sabìa de ese encuentro hasta el minimo detalle, la señora Omura se lo habìa contado a las monjas que trabajaban con ella. Mi interlocutora me contò otra historia sorprendente: la señora Omura se encontraba camino al trabajo, cuando fuè testigo de un incidente. Una señora -casualmente,peruana como yo - habìa sufrido un ataque cardìaco en la calle y la señora Omura la condujo al hospital donde trabajaba. El estado de ella era grave y requerìa de una operaciòn, muy costosa por cierto, dado que aquella mujer no tenìa seguro, ni dinero y por ùltimo, tampoco visa. La señora Omura asumiò la responsabilidad y la operaciòn se realizò con èxito. Ella no era una persona de muchos recursos econòmicos, asì que involucrò a sus hijos y conocidos en una campaña para recaudar los fondos necesarios para los gastos de hospital y posterior repatriaciòn de la peruana.

                    La japonesa contaba que tenìa una hija en Norteamèrica y que veìa a esa hija en cada extranjero con problemas que encontraba, porque en otros lares, su hija tambien era una extranjera y podrìa sufrir algùn percance y necesitar auxilio y apoyo para salir adelante. Habìa sido una enfermera eficiente y abnegada al extremo y el hospital entero la extrañaba mucho. La monja me lo resumiò de este modo: - "ella es un àngel en la tierra, generosa hasta el sacrificio, bondadosa al extremo; si querìas conocer a una santa de carne y hueso, ya la conociste" - . Entonces la monja hizo algo que iba contra las reglas del hospital:  fuè al archivo y me consiguiò el telèfono privado de la señora Omura.

                    Me comuniquè con ella y al reconocerme, rompiò en llanto, concertamos una cita y quedamos en vernos en la estaciòn màs pròxima a su casa. Pasè un fin de semana maravilloso con ella, conversamos mucho (al fin podìamos entendernos mejor en japonès), yo le contè de las cosas que habìa experimentado en Japòn y ella me hablò de su vida de lucha cuando enviudò, muy joven aùn, con tres niños pequeños y de las dificultades que pasò para criarlos sòla. Me hablò de su brillante hijo mayor a quien -al terminar la secundaria-  los parientes y amigos urgìan para que buscara trabajo en alguna fàbrica del lugar.

                    Ella lloraba porque no podìa enviarlo a la universidad y su hijo la calmò dicièndole que èl lo lograrìa con su propio esfuerzo; se presentò a las Fuerzas de Defensa Nacional, expuso su caso, con los certificados de estudio en las manos que lo acreditaban como un alumno destacado y consiguiò una beca completa en la Escuela de Oficiales. Tuve la oportunidad de conocerlo aquel dìa en casa de su madre; era un hermoso oficial de alto rango, piloteaba uno de los màs modernos aviones de las Fuerzas de Defensa y a la sazòn, trabajaba en el Cuerpo Diplomàtico y habìa sido comisionado a diferentes Embajadas de su paìs en el mundo. Evidentemente, habìa cumplido con creces su promesa.

                    La segunda hija estaba casada, tenìa una pareja de hijos y vivìa en el mismo vecindario de su madre. La menor de las hijas, prometiò emular a su hermano mayor y consiguiò una beca para estudiar una carrera quìmica en los Estados Unidos de Amèrica y posteriormente decidiò quedarse y formar su propia familia en el paìs del Tìo Sam. Yo le llevè un album con todas las fotos de nuestro primer encuentro para que las conservara.

                    En el segundo dìa de mi llegada a su casa, la señora Omura me llevò, acompañada de sus pequeños nietos, a conocer el Monte Kamakura, visitamos el Santuario del lugar y almorzamos en lo alto del Monte. Luego nos despedimos con la promesa de repetir el encuentro.

                    Poco tiempo despuès, tuve que mudarme  a un lugar màs distante y en la mudanza, perdì la libreta de direcciones y telèfonos y con ello, la esperanza de volver a verla. Aùn me duele, dieciocho años despuès, sigo pensando en ella. No sè si estarà todavìa, prodigando su increìble amor, iluminando como un àngel el camino de personas que como yo, se ven de pronto perdidas y encuentran la tibia mano que les guìa , en medio de la frialdad del resto del mundo, esos que viven atropellàndose los unos a los otros, indiferentes, distantes, con un cùmulo de prioridades materiales, sin tiempo para sus semejantes, sin tiempo para ellos mismos. Yo espero que ella sèa felìz, donde quiera que se encuentre y que me haya perdonado estos años de silencio.


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

domingo, 8 de abril de 2012

TESTIMONIO...HOY Parte 6 FINAL

TESTIMONIO...HOY   Parte 6   FINAL


REENCUENTRO AÑO 1999

                    Las lìneas anteriores fueron escritas durante mi permanencia en Japòn,en los momentos de ocio que me pude permitir,entre trajines de fàbrica,"ofuro" y "obento".Hace dos años retornè al Perù para retomar mi vida,tras màs de cinco años laborando en el Paìs del Sol Naciente.Los hijos crecieron demasiado aprisa,màs de lo que hubiera deseado.

                    Hoy trato de no pensar en el tiempo transcurrido ni en todo lo que perdimos.No podemos dar marcha atràs,pero miro a los mìos y siento que, de toda esta experiencia se puede rescatar,muy aparte del bienestar econòmico que significò el alejamiento fìsico,el haber logrado una familia seria y responsable y unos hijos maravillosos que aprendieron a sobrellevar,con asombrosa madurez,la extraña situaciòn que les tocò vivir.

                    Aùn no tenemos resuelto todos nuestros problemas ni Japòn resultò ser la "varita màgica" de nuestros sueños infantiles,pero la experiencia en la Patria de mis padres,deja una honda huella en mis sentimientos como "nikkei",porque el reencuentro con mis raìces,me permitiò comulgar por primera vez,mi amor a la tierra que me viò nacer con el amor a la Patria  de mis ancestros y a travès de este sentimiento,descubro el Amor Universal en mi corazòn,que me concilia con todas las naciones.



REMEMBRANZAS     TESTIMONIO SOBRE UNA EXPERIENCIA DE VIDA EN JAPÒN                                       HANA    LIMA-PERÙ    1999                                                  FIN



                         

       

     


                                                                         

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN Parte 5





LOS COMPAÑEROS DE IBARAKI

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN

                    En busca de un nuevo hogar.


                    Fuì llevada provisionalmente a una lujosa casa de dos plantas en Kanagawa,donde residìan peruanas y entonces supe que mi primera experiencia era un caso aislado - aunque no el ùnico - del acontecer migratorio en Japòn.Un par de semanas despuès,me encontraba instalada en un moderno departamento,en las afueras de un pueblo,en Ibaraki-Ken.

                    La comunidad latina era numerosa en el nuevo centro de trabajo donde me encontraba y como en todo lugar,tuve buenos y malos vecinos,pero lo màs importante fuè que otra vez era dueña de mis horas libres.

                    Lamentablemente me encontraba muy lejos de cualquier centro de idiomas,asì que un dìa entrè a una librerìa,comprè unos libros de primer grado,cuadernos y làpices y me iniciè sola en la difìcil tarea del descifrado de la escritura japonesa.Mis ocasionales maestros eran japoneses que ingresaban al "shokudò" (comedor) de la fàbrica,en donde me refugiaba con mis libros.Recuerdo sus risas burlonas cuando veìan mis coloridos libros de primer grado,pero no faltaron los que mostraron interès en lo que hacìa y me iban corrigiendo errores y me mostraban la forma correcta de realizar los trazos;aùn recuerdo agradecida a muchos de ellos.

                    Quince meses despuès de mi llegada a Japòn,mi esposo se reuniò conmigo y juntos iniciamos una nueva etapa en nuestras vidas.El conflicto interior fuè mayor para èl.No teniendo raìces japonesas,todo le era ajeno,se sentìa como pez fuera del agua y la adaptaciòn fuè para èl,màs lenta y dolorosa. 

                    Corrìa el año '93 y la crisis econòmica mundial se empezaba a sentir en este paìs.La tasa de desempleo iba en aumento y aùn cuando yo tenìa un lugar ganado en mi centro de trabajo,tuve que emigrar a otra ciudad en busca de mejores oportunidades para ambos.

                    Llegamos a Aichi-Ken,al corazòn de la industria japonesa,con muchos sueños atesorados en el equipaje y pocos billetes en los bolsillos;yo fuì a dar a una fàbrica de piñones para autos en la ciudad de Toyota. A èl no le fuè tan bien: apenas cuarenta dìas de trabajo y una complicaciòn viral le obligò  a recluìrse en un hospital de la localidad.Al ser dado de alta,habìa perdido el empleo.Las limitaciones en el manejo del idioma,acentùaron màs las dificultades para encontrar un nuevo centro de labores.

                    Un año despuès,los problemas se iniciaron para mì.Un exàmen mèdico me hizo saber que un càncer cèrvico uterino estaba en proceso.Por un tiempo no supe còmo reaccionar ante la noticia;sentìa que el mundo se desmoronaba alrededor mìo...y el dulce sueño de volver a casa nuevamente,cambiaba de sabor.Ahora sòlo significaba ver a mis hijos para despedirme calladamente de ellos.¿Còmo explicarles que mamà regresaba por tan poco tiempo y que tal vez,serìa la ùltima ocasiòn que tendrìamos para estar juntos?

                    Navidad del '94...¡cuànto habìan crecido!Mauri tenìa 18 años,Kike 17,Eduardo 14,Sofìa 12 y el pequeño Alfredo ya habìa cumplido 8 años.Tres años de ausencia y sòlo un mes para contemplarlos.Pero el plazo se cumpliò y esta partida tenìa un nuevo propòsito : la bùsqueda de soluciòn a un problema vital,el deseo de prolongar mi vida por esos niños que quedaron allà,diciendo adiòs con las manos. -"Santo Dios,si los milagros existen,permite que pueda volver a verlos,con las condiciones que me impongas y en el plazo que Tù creas conveniente,dànos la opotunidad de un nuevo encuentro "-.Y el Señor me probò que los milagros se dan,aùn hoy,a las puertas del Tercer Milenio : una corta estadìa en el hospital,un acertado tratamiento y el retorno a las ensordecedoras màquinas de la fàbrica.

                   Japòn significò entonces,mucho màs que la bùsqueda de una estabilidad econòmica.Ahora mi gratitud  es mayor porque estoy aquì y puedo brindar este Testimonio de encuentros y desencuentros en la Patria de mis ancestros .                      

                                                                                                                            

                                                                                                                                              

                                                                                      Continuará...


                                                                                                            

                                                                                                                               
                                                                                                                                                            

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN Parte 4

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN   Parte 4

MIS PRIMERAS AMIGAS EN JAPÒN

                    Luisa,Martha,Isabel,Carmela,Carmen Rosa y yo; seis madres que cruzaron el ocèano en busca de un futuro mejor para sus seres queridos,seis desconocidas que por un tiempo,harìan de cuenta que integraban una sola familia.Fuimos repartidas en varias casas.

                    Carmen Rosa y yo fuimos llevadas a una vieja casa que se caìa a pedazos en donde ratones y cucarachas pugnaban por proteger su hàbitat de los intrusos que pretendìan quitarles su espacio vital.Aquella primera noche,no fuè la ùnica en que llorè mucho y dormì poco.A travès de la ventana de la habitaciòn podìa verse,al otro lado de la calle,la hermosa casa del hijo del patròn.

                    Carmen Rosa y yo èramos obligadas a presentarnos en los talleres de la fàbrica a las 7:30 de la mañana,aùn cuando el trabajo se iniciaba recien a las 8:00 am.Los talleres se encontraban cruzando la calle,a pocos metros del departamento,pero no nos permitìan volver al mediodìa a descansar allì;comìamos entre las màquinas,el fiambre japonès que nos servìan y permanecìamos en la fàbrica hasta la hora de salida.

                    Por las noches,luego de cenar,cruzàbamos la calle y entregàbamos una libreta a la nuera del patròn,quien se encargaba de ponerle su sello personal,para luego irnos a encerrar a la casa.A partir de ese momento,tenìamos terminantemente prohibido salir a la calle.

                     A diez metros de la casa habìa un telèfono pùblico,apto para llamadas internacionales,pero nosotras debìamos esperar hasta que las luces de enfrente se apagaran para salir,amparadas por la oscuridad,a la cabina telefònica y efectuar llamadas al Perù,para sentir el bàlsamo de amor que mitigara el dolor de nuestra existencia...Por supuesto,allà en el hogar,no debìan saber lo que estàbamos pasando.Afortunadamente,tenìa algunos familiares desperdigados en todo Japòn,quienes finalmente.vinieron en mi ayuda y pude retirarme de aquel lugar.

                         


                      
                         

sábado, 7 de abril de 2012

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN Parte 3

  

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN   PARTE 3

                    Estaba casada y con cuatro niños cuando la llamada "burbuja econòmica" en Japòn, atrajo la atenciòn del mundo hacia este pròspero paìs asiàtico, surgido de las cenizas, luego de su infortunada incursiòn en la màs grande conflagraciòn de nuestra historia. Y llegò el momento del retorno. Las semillas del mundo "nikkei", los descendientes de japoneses emigrados a distintos paìses del orbe, volvieron los ojos al paìs de sus ancestros y asì se iniciò un lento èxodo en busca de las raìces. Y sucediò que tambien yo me vì envuelta en el retorno.

                    Los niños crecìan y sus necesidades aumentaban y la situaciòn de muchos paìses en desarrollo como el mìo, marchaba cada dìa de mal en peor. La decisiòn se tomò en medio de una terrible crisis econòmica, pero el sueño largamente acariciado de emprender viaje a los confines del mundo tomò un carìz distinto, porque un viaje en solitario teniendo familia, tiene un sabor amargo y la aventura no es tal.

                     La noche de mi partida, tratè de no mirar a mis hijos a los ojos, por temor a adivinar el callado reproche en sus miradas. Me detuve un tanto porque la cola de pasajeros avanzaba lentamente, durante el control de las autoridades de migraciones. No querìa mirar atràs porque sabìa que los niños me harìan flaquearen mi decisiòn, cuando de pronto, sentì la voz de mi hijo menor que aùn iba a la escuela inicial: 

                    -"Mamà ...-".  Su voz sonò suave, muy tierna. Yo levantè la vista y... allì estaban todos, en la escalera que corrìa sobre mi cabeza. Me quedè sin habla.

                    -"Mamà..."- , volviò a repetir,  -"sigue marchando, sigue marchando..."-. Y su manita se movìa indicàndome que no me detuviera... Yo inclinè el rostro para que no me viera llorar. El valor de mi hijo me abrumaba. Seis dècadas atràs, papà llegò al Perù en barco; Ahora iba yo a Japòn en aviòn. El cìrculo se habìa cerrado.

                     Siendo mi primera experiencia en un viaje aèreo, ignoraba los formulismos rutinarios en un aeropuerto, por ello me sorprendì cuando un agente de Migraciones japonès, en el Aeropuerto de Narita, viendo mi maleta y al percatarse de que yo no podìa comunicarme en su idioma, se limitò a mostrarme un cartel con un grupo de figuras que representaban droga, armas de fuego, etc. etc., preguntàndome con señas, si portaba alguna de esas cosas; neguè con la cabeza y allì acabò el tràmite. Yo pasè con mi maleta cerrada y pensando en la confianza de aquel japonès en un sòlo movimiento de mi cabeza, pero Japòn apenas empezaba a sorprenderme. Minutos despuès, iba rumbo a la prefectura de Gifu, en la parte central del paìs. Japòn resultò ser màs grande de lo que me habìa imaginado. Todo cuanto veìa, sobrepasaba mis expectativas;  a travès de las ventanas del tren, observaba un mundo salido de un màgico sueño. Aùn me encontraba en el èxtasis del asombro, cuando fuì despertada a una realidad. Llegamos a ... LA CASA.

                                                                                          Continuarà

                                                                                


                                                                                                                  

                                                                                     

miércoles, 4 de abril de 2012

TESTIMONIO ...DESDE JAPÒN Parte 2

Hanako y Bunkiku Higa,mamà y papà

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN   Parte 2

                    Tenìa papà diecisiete años cuando hizo felìz su anuncio:

                    -Me voy al Perù a buscar a mi papà -.Habìan transcurrido diez años ya. Sus abuelos entristecieron pero fueron terminantes:

                    -Si te vàs, encuentra a tu padre y quèdate si quieres, pero dile al ingrato de nuestro hijo que vuelva a vernos -. Papà se quedò y el abuelo tampoco regresò.

                    Papà comprò su primer traje occidental y se embarcò en una aventura que habrìa de transformar el resto de su existencia. Cuando el barco en el que viajaba se detuvo en la ciudad de San Francisco, Ca., papà observò con tristeza que habìa crecido en el camino y que el pantalòn de su ùnico traje,dejaba lucir sus tobillos, pero elevando dignamente su mirada, por unas horas puso pie en tierra americana antes de proseguir viaje al Perù.

                    Con algunas dificultades, dado que desconocìa totalmente el idioma español, logrò ubicar al fin a su padre, quien se desempeñaba como peòn de una hacienda en las afueras de Lima. Papà se quedò con èl y unos años despuès, conociò a quien serìa su compañera para toda la vida. Mamà era hija de inmigrantes japoneses, llegados dos dècadas atràs con una suerte de trabajo que, por aquel entonces, tenìa un sistema de semiesclavitud.

                    - Japonès bruto, ¿por què no entiendes,carajo?-, y el làtigo restallaba. Pero el japonès no era bruto, aùn no habìa tenido tiempo de aprender el castellano. En medio de esa violencia naciò mamà y los abuelos huyeron de la ira del patròn. Y en ese ir y venir de los inmigrantes japoneses, papà y mamà se encontraron. Papà tenìa cuarentaitres años y mamà trentainueve cuando yo nacì; fuì la novena de doce hijos... nada especial.

                    Papà amaba la geografìa. A veces pienso que aprendiò a leer en español para tener acceso al mundo a travès de los libros que estaban a su alcance. Recuerdo especialmente,de mis años de estudiante, un Atlas Ilustrado, muy desgastado a fuerza de darle contìnuo uso.

           -Katsumi, busca el mapa de Japòn... ¿ya lo encontraste?

                    -Sì papà, aquì està.

                 -¿Ves esos puntitos pequeños al oeste?, es mi tierra, allì nacì yo-.  De pronto saltaba a Europa:

                    -Mira el mapa, ¿ves esos espacios que tienen otros colores?. Hay paìses muy pequeños: aquì està Andorra, aquì està Sarre, èste es Mònaco,...-.  ¡Cuànto viajè con papà sin salir del pequeño comedor que albergaba nuestras conversaciones de sobremesa!. ¡Cuàntos sueños sembrò en mi alma!. Por èl aprendì que el mundo era màs grande que el estrecho espacio por el que transcurrìa hasta entonces, mi vida.

                      Papà tambien me mostrò el mundo a travès del periòdico. Fingìa cansancio en los ojos para sugerirme, muy sutilmente, que le leyera algùn artìculo de interès; lo gracioso era que todos los temas eran de interès para èl. De tal modo, iniciaba la lectura del diario en la primera pàgina, proseguìa con el editorial del dìa, me informaba del acontecer nacional e internacional (polìtica incluida), terminando en las pàginas deportivas. Y por supuesto, nos divertìamos con las pàginas de amenidades y hasta veìamos los avisos comerciales -aunque no pudieramos comprar nada- porque siempre habìa lugar para los sueños.

                    Mira papà, aquì venden una casa de dos plantas con piscina incluìda...-

                    -Si ... algùn dìa ... tal vez...-

                    -Esta agencia de viajes ofrece un paquete econòmico...-

                        -Si, algun dìa voy a regresar a okinawa para visitar a la familia...-

                    Papà me enseñò a amar los libros y a travès de ellos, me mostrò el Universo. Mamà muriò cuando yo tenìa nueve años y mi adolescencia girò alrededor de papà. Tenìa dieciocho años cuando, ya en la universidad, el profesor de Lengua, mi querido maestro Valderrama, me reprochò el no haber aprovechado hasta esos momentos, todo el legado cultural viviente que poseía mi padre.

                     -Si usted señorita, no aprende ahora lo que su padre le puede enseñar, mañana lo va a lamentar-.

                    Entonces me lancè en una loca carrera por aprender màs de èl y el sexagenario japonès se entusiasmò y dejando volar su imaginaciòn, me transportò a mundos increìbles.

                    Aùn ahora, veinticinco años despuès de su muerte, recordando nuestras interminables conversaciones, me parece que èl fuè, a su modo, un viajero incansable en las alas de los sueños y que de una u otra manera, sì logrò volver a la Okinawa de su juventud. Tal vez ahora mismo està aquì observàndome, con esa mirada traviesa que ponìa cuando se sentìa en su elemento :

                  -Pero, ¿què haces aquì, tan lejos de tu Patria?, ¿no te dije que tu eres peruana?, ¿què haces en tierra extraña?-

                    -No es tierra extraña, papà. Tù me enseñaste a conocerla. No es el mismo paìs que tù dejaste. La guerra lo cambiò. Pero es tu Patria y yo aprendì a amarla. Con todas las dificultades que tenga por mi poco  conocimiento del idioma japonès, yo tengo una ventaja. Soy tu hija.

                                                                                           Continuarà...

       
                                                                                                                                                                                                                                                                                                               

                  



                          

                        

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martes, 3 de abril de 2012

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN. Parte 1

PAPÀ Y YO,1961

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN...   Parte 1

                    Estaba próxima a cumplir los siete años cuando papá decidió que era tiempo de que fuera a la escuela a recibir una instrucción formal -ya antes había aprendido por mi cuenta a escribir, leer, sumar y restar- y entonces supe que había más para ver y conocer de este mundo y ¡oh sorpresa!,el mundo era más grande que aquel terreno tapiado con pocas habitaciones para la gente,pero con mucho espacio para centenares de gallinas que - según supe después - era el medio del que disponía papá para sufragar los gastos de su numerosa prole.

                    Y en aquel año,sufrí el primer "choque de culturas". Las espontáneas risas de mis compañeras de aula me despertaron a una realidad: no hablaba igual que ellas. Mi lenguaje tenía una extraña mezcla de español, japonés y hasta un poco del dialecto de Okinawa. Papá y el abuelo no podían evitar el uso de su lengua nativa en las conversaciones cotidianas y mamá dominaba el japonés a la perfección, pero hay cosas que tarde o temprano se aprenden... y yo aprendì la diferencia.

                    Unos años después pregunté a papá: -¿Por qué no me envías a una escuela japonesa para aprender el idioma de los mayores?-  y él me respondió :

                    -Tú naciste en Perú, tú peruana, tú nunca va a Japón; "apurende"castellano porque tú vive en Perú y no necesita saber japonés -.

                    ¡Qué ironía!. Papá nunca pudo volver a su Patria, pero hoy escribo estas líneas en el silencio habitual de una madrugada japonesa, a miles de kilòmetros de mi amada Patria, con un inmenso océano de por medio y volviendo a sentir nuevamente el "choque de culturas": ahora son japoneses los que se ríen de mi poco conocimiento de su idioma.

                    Papá nació en la ciudad costera de Nago, Okinawa, luego de un accidentado romance entre los abuelos que acabó en la entrega del niño a la casa paterna, cuando él contaba con tan sólo cuatro años de edad. Su padre formò una nueva familia y poco tiempo despuès, se embarcò provisto de un "promisorio" contrato de trabajo al lejano Perù, dejando al pequeño en manos de su madrastra quien, no obstante ser una mujer de buen temperamento, no pudo ser jamás la madre que el destino le arrebató de su vida.

                    Papá tenía nueve años cuando un suceso local conmocionó al vecindario. Había sido cazado en las inmediaciones, un cerdo salvaje de tamaño descomunal  -papá lo describía como una especie de jabalí-. Los cazadores pertenecían a un barrio que papá evitaba visitar porque sabía que su madre aún tenía parientes allí.

                    Sin embargo, más pudo la curiosidad infantil y fue, acompañado por sus vecinos, al lugar donde se encontraba el animal cazado. Quedó tan impresionado, mirando aquel gigantesco cerdo, que no se percató de la presencia de algunas personas que, reconociéndole, se acercaron a él y antes de que pudiera evitarlo, fue cogido por uno de ellos, quien rapidamente lo introdujo en una de las casa del lugar y lo encerró.

                    La habitación se encontraba en penumbras, pero el niño pudo distinguir la silueta de una mujer que fuè hacia èl y abrazándole con fuerza, murmuró:... -Bunkiku chan...-; de pronto, en medio de su confusión, él comprendió que esa mujer era su madre. Todo el dolor y la rabia, acumulados por años afloraron en segundos y rechazándola le espetó :

                    -Tú no eres mi madre, tú me entregaste a mi padre ; si tú no me criaste, ya no eres mi mamá -.

                      Salió de aquella habitación y corrió a refugiarse en su casa. Nunca más la vió.

                                                                                                            Continuarà

                                                                                                          


                                                                                       ....