martes, 3 de abril de 2012

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN. Parte 1

PAPÀ Y YO,1961

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN...   Parte 1

                    Estaba próxima a cumplir los siete años cuando papá decidió que era tiempo de que fuera a la escuela a recibir una instrucción formal -ya antes había aprendido por mi cuenta a escribir, leer, sumar y restar- y entonces supe que había más para ver y conocer de este mundo y ¡oh sorpresa!,el mundo era más grande que aquel terreno tapiado con pocas habitaciones para la gente,pero con mucho espacio para centenares de gallinas que - según supe después - era el medio del que disponía papá para sufragar los gastos de su numerosa prole.

                    Y en aquel año,sufrí el primer "choque de culturas". Las espontáneas risas de mis compañeras de aula me despertaron a una realidad: no hablaba igual que ellas. Mi lenguaje tenía una extraña mezcla de español, japonés y hasta un poco del dialecto de Okinawa. Papá y el abuelo no podían evitar el uso de su lengua nativa en las conversaciones cotidianas y mamá dominaba el japonés a la perfección, pero hay cosas que tarde o temprano se aprenden... y yo aprendì la diferencia.

                    Unos años después pregunté a papá: -¿Por qué no me envías a una escuela japonesa para aprender el idioma de los mayores?-  y él me respondió :

                    -Tú naciste en Perú, tú peruana, tú nunca va a Japón; "apurende"castellano porque tú vive en Perú y no necesita saber japonés -.

                    ¡Qué ironía!. Papá nunca pudo volver a su Patria, pero hoy escribo estas líneas en el silencio habitual de una madrugada japonesa, a miles de kilòmetros de mi amada Patria, con un inmenso océano de por medio y volviendo a sentir nuevamente el "choque de culturas": ahora son japoneses los que se ríen de mi poco conocimiento de su idioma.

                    Papá nació en la ciudad costera de Nago, Okinawa, luego de un accidentado romance entre los abuelos que acabó en la entrega del niño a la casa paterna, cuando él contaba con tan sólo cuatro años de edad. Su padre formò una nueva familia y poco tiempo despuès, se embarcò provisto de un "promisorio" contrato de trabajo al lejano Perù, dejando al pequeño en manos de su madrastra quien, no obstante ser una mujer de buen temperamento, no pudo ser jamás la madre que el destino le arrebató de su vida.

                    Papá tenía nueve años cuando un suceso local conmocionó al vecindario. Había sido cazado en las inmediaciones, un cerdo salvaje de tamaño descomunal  -papá lo describía como una especie de jabalí-. Los cazadores pertenecían a un barrio que papá evitaba visitar porque sabía que su madre aún tenía parientes allí.

                    Sin embargo, más pudo la curiosidad infantil y fue, acompañado por sus vecinos, al lugar donde se encontraba el animal cazado. Quedó tan impresionado, mirando aquel gigantesco cerdo, que no se percató de la presencia de algunas personas que, reconociéndole, se acercaron a él y antes de que pudiera evitarlo, fue cogido por uno de ellos, quien rapidamente lo introdujo en una de las casa del lugar y lo encerró.

                    La habitación se encontraba en penumbras, pero el niño pudo distinguir la silueta de una mujer que fuè hacia èl y abrazándole con fuerza, murmuró:... -Bunkiku chan...-; de pronto, en medio de su confusión, él comprendió que esa mujer era su madre. Todo el dolor y la rabia, acumulados por años afloraron en segundos y rechazándola le espetó :

                    -Tú no eres mi madre, tú me entregaste a mi padre ; si tú no me criaste, ya no eres mi mamá -.

                      Salió de aquella habitación y corrió a refugiarse en su casa. Nunca más la vió.

                                                                                                            Continuarà

                                                                                                          


                                                                                       ....

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