sábado, 7 de abril de 2012

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN Parte 3

  

TESTIMONIO...DESDE JAPÒN   PARTE 3

                    Estaba casada y con cuatro niños cuando la llamada "burbuja econòmica" en Japòn, atrajo la atenciòn del mundo hacia este pròspero paìs asiàtico, surgido de las cenizas, luego de su infortunada incursiòn en la màs grande conflagraciòn de nuestra historia. Y llegò el momento del retorno. Las semillas del mundo "nikkei", los descendientes de japoneses emigrados a distintos paìses del orbe, volvieron los ojos al paìs de sus ancestros y asì se iniciò un lento èxodo en busca de las raìces. Y sucediò que tambien yo me vì envuelta en el retorno.

                    Los niños crecìan y sus necesidades aumentaban y la situaciòn de muchos paìses en desarrollo como el mìo, marchaba cada dìa de mal en peor. La decisiòn se tomò en medio de una terrible crisis econòmica, pero el sueño largamente acariciado de emprender viaje a los confines del mundo tomò un carìz distinto, porque un viaje en solitario teniendo familia, tiene un sabor amargo y la aventura no es tal.

                     La noche de mi partida, tratè de no mirar a mis hijos a los ojos, por temor a adivinar el callado reproche en sus miradas. Me detuve un tanto porque la cola de pasajeros avanzaba lentamente, durante el control de las autoridades de migraciones. No querìa mirar atràs porque sabìa que los niños me harìan flaquearen mi decisiòn, cuando de pronto, sentì la voz de mi hijo menor que aùn iba a la escuela inicial: 

                    -"Mamà ...-".  Su voz sonò suave, muy tierna. Yo levantè la vista y... allì estaban todos, en la escalera que corrìa sobre mi cabeza. Me quedè sin habla.

                    -"Mamà..."- , volviò a repetir,  -"sigue marchando, sigue marchando..."-. Y su manita se movìa indicàndome que no me detuviera... Yo inclinè el rostro para que no me viera llorar. El valor de mi hijo me abrumaba. Seis dècadas atràs, papà llegò al Perù en barco; Ahora iba yo a Japòn en aviòn. El cìrculo se habìa cerrado.

                     Siendo mi primera experiencia en un viaje aèreo, ignoraba los formulismos rutinarios en un aeropuerto, por ello me sorprendì cuando un agente de Migraciones japonès, en el Aeropuerto de Narita, viendo mi maleta y al percatarse de que yo no podìa comunicarme en su idioma, se limitò a mostrarme un cartel con un grupo de figuras que representaban droga, armas de fuego, etc. etc., preguntàndome con señas, si portaba alguna de esas cosas; neguè con la cabeza y allì acabò el tràmite. Yo pasè con mi maleta cerrada y pensando en la confianza de aquel japonès en un sòlo movimiento de mi cabeza, pero Japòn apenas empezaba a sorprenderme. Minutos despuès, iba rumbo a la prefectura de Gifu, en la parte central del paìs. Japòn resultò ser màs grande de lo que me habìa imaginado. Todo cuanto veìa, sobrepasaba mis expectativas;  a travès de las ventanas del tren, observaba un mundo salido de un màgico sueño. Aùn me encontraba en el èxtasis del asombro, cuando fuì despertada a una realidad. Llegamos a ... LA CASA.

                                                                                          Continuarà

                                                                                


                                                                                                                  

                                                                                     

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dèja tu comentario aquì,por favor.