lunes, 4 de junio de 2012

TESOROS FAMILIARES


                     


TESOROS FAMILIARES

                     Hoy me propuse hacer una limpieza profunda de la casa para deshacerme de todos los trastos inútiles que había acumulado en estos veinte años en Japón; había estado posponiendo esto por mucho tiempo y consideré que era el momento adecuado para hacerlo. Abrí armarios y roperos, dispuesta a acabar con todo de una vez. 

                   Lo que sucedió fue diferente. De pronto me transporté en un viaje en el tiempo que desconectó mi mente del presente y me remontó a la niñez. Cada cosa encontrada entre las cajas tanto tiempo olvidadas, cobraba vida ante mis ojos; entonces entendí por qué estaban allí guardadas, en espera de que otra vez fueran descubiertas por mí.

                    Empecemos por lo inmediato: encontré un sofisticado teclado inhalámbrico, primorosamente guardado en su caja original de fábrica, con catálogo incluido, tal y como llega de la casa comercial y me pregunté por què no lo habìa mandado a la basura el día en que dejó de funcionar (lo habìa usado unos pocos meses) y el gerente de la empresa donde lo había adquirido, me dijo que el USB (sì,ese dispositivo raro que se conecta al ordenador para que funcione) estaba dañado y que no había repuesto. Me negué a comprar uno nuevo y conecté mi teclado viejito, con cables y todo y me olvidé del que se había estropeado. Entonces, mi querido Adolfo se ocupó de guardar todo en su caja y ... ¡al rincón de los recuerdos!. Hoy, al encontrarlo, lo aparté a un lado para enviarlo a la próxima colecta de basura no incinerable que sería dentro de tres días; cuatro años en el armario habían sido suficientes para mi.

                    Pero esa caja me tenìa inquieta y mientras acomodaba otras cosas, la veía una y otra vez hasta que decidí darle un vistazo. Me sentí la persona más tonta del mundo cuando descubrí que lo único que necesitaba ese teclado era un cambio de pilas para volver a funcionar. Cuando logré ponerlo otra vez en marcha, me alegré de que Adolfo lo hubiera guardado; el teclado es maravilloso porque es màs que un teclado, es un Comando de Media Center con múltiples funciones y casi se pierde por un absurdo descuido.

                     En realidad,el objeto de este artìculo no es hablar del aparato en menciòn, esto sólo fué un preámbulo para lo siguiente. Encontrar y evaluar cada objeto encontrado entre mis armarios y cajones fué zambullirme una y otra vez en un mundo casi olvidado de recuerdos que empezaron a aflorar a mi memoria. Unos llaveros comprados en el aeropuerto de Narita, me recuerdan el último viaje desde Perú, en 1999, cuando pensaba que en tres meses estaría definitivamente de vuelta a la Patria y creyendo que era la última vez que pisaba Narita (el siguiente viaje serìa por el aeropuerto de Nagoya), me esmerè en comprar souverirs  de aquel aeropuerto (si serè cursi...).

                     Encontré también los cuadernos de dibujos de Muro y Kiara, con esos trazos típicos de los niños de Educación  Inicial y fueron inevitables las lágrimas,aún no me acostumbro a tenerlos tan lejos de casa. Luego fueron las fotos de todas las épocas y las fui viendo, una a una, con la nostalgia por tiempos pasados e irrepetibles. Y todo eso me llevó finalmente a la niñez,  en la casa familiar; recordé que en  casa teníamos un lugar que llamábamos "el depósito"; era una habitación (y a veces ,dos) que servía para guardar todas aquellas cosas que no usábamos a diario, pero que a futuro, podrían ser útiles. En mi mente infantil, aquel lugar era casi mágico, algo asì como una cueva de tesoros, con los objetos más insospechados e interesantes que se pudieran ver. Los recuerdos que el abuelo y mi padre trajeran de Okinawa, se mezclaban con otras cosas que mis padres y hermanos mayores acumularon por décadas y que al final, permanecían allí, olvidados por el tiempo.

                     En el depósito estaba el "cofre del tesoro", con los libros que tanto me gustaban y que yo inspeccionaba siempre que podía. A veces encontraba cosas curiosas, como un pequeño libro con mapas de Japón, era una especie de Atlas de bolsillo que alguien cargó para no olvidar el camino a la Patria; increíblemente, aún lo conservo en mi pequeña biblioteca, ya no tiene uso práctico, ahora se usa el GPS para ubicar lugares, pero es un bonito recuerdo del pasado y me emociona pensar que papá y el abuelo lo tuvieron alguna vez entre sus manos.

                     Son pocas las cosas que hemos podido conservar de aquellos días, distribuídas indiscriminadamente entre algunos miembros de la familia, especialmente las fotos familiares, pero en estos días, hemos logrado un gran avance: mi sobrino Fernando, hijo de mi hermana Akemi, tuvo la brillante idea de crear un grupo privado para la familia Higa, en el Facebook  (cosas de esta Era Cibernética) para intercambiar vivencias, fotografìas y todo aquello que pueda lograr una mayor integración de la familia.

                     La respuesta fue inmediata, día tras día se van agregando los miembros de la familia y yo me siento muy felíz por compartir con todos. La existencia de este blog no tendría mayor relevancia si no fuera porque escribo en función de mis potenciales lectores; y son todas las personas que, al margen de ser o no, miembros de mi familia, se identifican con este sentimiento de búsqueda de sus propias raíces, porque sòlo sabiendo nuestra historia pasada, aunque  sólo sea con temas referenciales, podemos construír nuestro propio mundo a partir de entonces.

                     Puede haber opiniones adversas a las mìas,pero soy de las personas que agradece al Cielo por poder rescatar, aunque sea en parte, el conocimiento de mis orígenes más próximos; me niego a aceptar la vida como un contador de tiempo, que se inicia con el "0" a partir del nacimiento. Hay una historia que leí hace un tiempo y que luego voy a reescribir en la sección PÀGINAS de este blog y que en resumen tiene una frase que es de reflexión: "YO SOY PORQUE NOSOTROS SOMOS"; y es una gran verdad, nadie es nada de forma individual, la sociedad se crea a partir de los individuos y estos tienen un origen que los identifica. Así que, empecemos por la familia, con todo lo bueno y lo malo que nos haya tocado vivir, con todos los errores que pudieron cometer nuestros padres, también ellos fueron seres humanos, como lo somos nosotros y como erraremos con nuestros propios hijos porque nadie está libre de equivocar decisiones.Tratemos de aprender las cosas buenas que nos enseñaron alguna vez y utilicemos los errores pasados para mejorar nuestras vidas.

                      Finalmente, deshechè sòlo el 10% de las cosas acumuladas en casa, el resto regresó a los cajones y armarios hasta la próxima vez en que decida que no todo lo que poseo es "tesoro familiar"... ¡No tengo remedio!.




                     

                     

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